Juan López y John Ward
de Jorge Luis Borges.
Les tocó en suerte una época extraña. El planeta había sido parcelado en distintos países, cada uno
provisto de lealtades, de queridas memorias, de un pasado sin duda heroico, de derechos, de agravios,
de una mitología peculiar, de próceres de bronce, de aniversarios, de demagogos y de símbolos.
Esa división, cara a los cartógrafos, auspiciaba las guerras. López había nacido en la ciudad junto al río
inmóvil; Ward en la ciudad por la que caminó Father Brown. Había estudiado castellano para leer El
Quijote.
El otro profesaba el amor de Conrad, que le había sido revelado en un aula de la calle Viamonte.
Hubieran sido amigos, pero se vieron una sola vez cara a cara, en unas islas demasiado famosas, y
cada uno de los dos fue Caín, y cada uno, Abel.
Los enterraron juntos. La nieve y la corrupción los conocen.
El hecho que refiero pasó en un tiempo que no podemos entender.
El profe Tomás, de música, nos deja para que escuchemos el Himno Nacional Argentino
Himno Nacional Argentino
Oíd mortales
El grito sagrado
Libertad
Libertad
Libertad
Oíd el ruido de rotas cadenas
Ved en trono a la noble igualdad
Ya a su trono dignísimo abrieron
Las provincias unidas del Sud
Y los libres del mundo responden
Al gran pueblo argentino salud
Y los libres del mundo responden
Al gran pueblo argentino salud
Sean eternos los laureles
Que supimos conseguir
Sean eternos los laureles
Que supimos conseguir
Marcha de las Malvinas
Tras su manto de neblinas,
no las hemos de olvidar,
“Las Malvinas Argentinas”,
clama el viento y ruge el mar.
Ni de aquellos horizontes
nuestra enseña han de arrancar,
pues su blanco está en los montes
y en su azul se tiñe el mar.
Por ausente, por vencido
bajo extraño pabellón,
ningún suelo más querido,
de la patria en la extensión.
¿Quién nos habla aquí de olvido,
de renuncia o de perdón?
Ningún suelo más querido,
de la patria en la extensión.
Rompa el manto de neblinas,
como un sol, nuestro ideal:
“Las Malvinas Argentinas
en dominio ya inmortal”.
Y ante el sol de nuestro emblema,
pura, nítida y triunfal,
brille, oh, Patria, en tu diadema,
la perdida perla austral.
¡Para honor de nuestro emblema
para orgullo nacional,
brille, oh, Patria, en tu diadema,
la perdida perla austral.
Brille, oh, Patria, en tu diadema,
la perdida perla austral.
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